Llega la Navidad, y los más recónditos lugares de los
pueblos y ciudades de nuestra geografía se llenan de símbolos que nos recuerdan
la llegada de esta festividad. Por cuestiones diversas habrá más o menos
adornos, en comparación con otros años; pero rara será la calle, plaza o
establecimiento público o privado que se prive de recordarnos que nos
encontramos en Navidad. Las causas pueden ser variadas, bien para evadir la
mente de otros pensamientos más aciagos, dadas las circunstancias, o hacernos
recordar a todos que en estos días hay mucha gente que pasa grandes
dificultades; bien por incentivar el consumo, tan necesario para nuestros
comercios en estas fechas; o bien para acompañar a los más pequeños a ser
felices en estos días de vacaciones. Nos encontramos por doquier belenes,
árboles, estrellas, ángeles, Niños Jesús, Reyes Magos, papanoeles, caganers y hasta bueyes y mulas. Pero si,
por otro lado, a las causas esenciales nos remitimos, la primordial de todas ellas
es la que hace referencia a la tradición religiosa. El rito de rememorar año
tras año el nacimiento de Jesús de Nazaret, símbolo máximo de la religión
cristiana, es lo que se celebra todas las Navidades, acompañado de sus correspondientes
actos litúrgicos. Convirtiéndose esta época en una de las festividades más
importantes del cristianismo, junto con la Pascua de resurrección y
Pentecostés.
Es bastante interesante señalar como en nuestro continente,
y a lo largo de tantos siglos, se ha dejado constancia de esta festividad de tan
diverso modo. A las ya nombradas celebraciones navideñas de la Natividad, Epifanía,
Santos Inocentes… hay que añadir la plasmación de esta festividad en las
diversas artes. Siendo ingentes en cuanto a número de autores de reconocido
prestigio, los que tratan el tema navideño en sus obras; ya sean literarias,
pictóricas, musicales, cinematográficas o televisivas. Y una vez que se deja
constancia de ella en el mundo artístico, surgen nuevas tradiciones, como lo es
la de la felicitación navideña por medio del mensaje escrito. Y es que con el
paso de los años, se instauró la moda de felicitar a los seres queridos por
medio de cartas, acompañadas de reproducciones pictóricas representativas de la
época navideña, descubriéndose con ella la tradición de las postales. Y como no
era de extrañar, las representaciones pictóricas más características de la
Navidad eran aquellas que plasmaban la escena de la Sagrada Familia en el
Portal de Belén, acompañada por los pastores y los Reyes Magos, y que
rápidamente se convirtió en símbolo máximo del periodo navideño; reproducido
hasta la saciedad y en sus más diversas variantes, llegando incluso a perder,
en algunos casos, el componente religioso primigenio.
Con el paso de los años las nuevas tecnologías dieron lugar
a nuevas herramientas de comunicación que hicieron las distancias más cortas y
que mutaron las formas de relacionarnos con los demás interlocutores. Hay que
recordar de hecho, que el primer mensaje de telefonía móvil enviado en la
historia, llevaba como mensaje el siguiente texto: “Merry Christmas” (Feliz Navidad), y que fue mandado hace
exactamente 20 años. Y con los mensajes de móvil llegaron los multimedia, en
los que podías añadir audio, vídeos o fotografías. ¿Cuántos no lo hicieron con
un villancico o una imagen de las mencionadas postales? Internet evolucionó y
lo revolucionó todo con la aparición de las redes sociales Facebook y Twitter,
en cuyos muros podías colgar tus felicitaciones acompañadas, cómo no, otra vez
más, de aquellas mismas imágenes religiosas, símbolos de la Navidad; tal y como
hizo ayer el Presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, al
felicitar la Navidad desde la nueva cuenta Twitter del Congreso. Y con ella
volvieron los de siempre, los inventores del bautismo laico, con la salmodia de
la crítica por el uso de una imagen religiosa en una institución. ¿Qué harán ellos
si el día 22 de diciembre les toca la Lotería? Capaces serán incluso de
desgastar la imagen del boleto de tanto beso.