miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cuestión de fe



Llega la Navidad, y los más recónditos lugares de los pueblos y ciudades de nuestra geografía se llenan de símbolos que nos recuerdan la llegada de esta festividad. Por cuestiones diversas habrá más o menos adornos, en comparación con otros años; pero rara será la calle, plaza o establecimiento público o privado que se prive de recordarnos que nos encontramos en Navidad. Las causas pueden ser variadas, bien para evadir la mente de otros pensamientos más aciagos, dadas las circunstancias, o hacernos recordar a todos que en estos días hay mucha gente que pasa grandes dificultades; bien por incentivar el consumo, tan necesario para nuestros comercios en estas fechas; o bien para acompañar a los más pequeños a ser felices en estos días de vacaciones. Nos encontramos por doquier belenes, árboles, estrellas, ángeles, Niños Jesús, Reyes Magos, papanoeles, caganers y hasta bueyes y mulas. Pero si, por otro lado, a las causas esenciales nos remitimos, la primordial de todas ellas es la que hace referencia a la tradición religiosa. El rito de rememorar año tras año el nacimiento de Jesús de Nazaret, símbolo máximo de la religión cristiana, es lo que se celebra todas las Navidades, acompañado de sus correspondientes actos litúrgicos. Convirtiéndose esta época en una de las festividades más importantes del cristianismo, junto con la Pascua de resurrección y Pentecostés.

Es bastante interesante señalar como en nuestro continente, y a lo largo de tantos siglos, se ha dejado constancia de esta festividad de tan diverso modo. A las ya nombradas celebraciones navideñas de la Natividad, Epifanía, Santos Inocentes… hay que añadir la plasmación de esta festividad en las diversas artes. Siendo ingentes en cuanto a número de autores de reconocido prestigio, los que tratan el tema navideño en sus obras; ya sean literarias, pictóricas, musicales, cinematográficas o televisivas. Y una vez que se deja constancia de ella en el mundo artístico, surgen nuevas tradiciones, como lo es la de la felicitación navideña por medio del mensaje escrito. Y es que con el paso de los años, se instauró la moda de felicitar a los seres queridos por medio de cartas, acompañadas de reproducciones pictóricas representativas de la época navideña, descubriéndose con ella la tradición de las postales. Y como no era de extrañar, las representaciones pictóricas más características de la Navidad eran aquellas que plasmaban la escena de la Sagrada Familia en el Portal de Belén, acompañada por los pastores y los Reyes Magos, y que rápidamente se convirtió en símbolo máximo del periodo navideño; reproducido hasta la saciedad y en sus más diversas variantes, llegando incluso a perder, en algunos casos, el componente religioso primigenio.

Con el paso de los años las nuevas tecnologías dieron lugar a nuevas herramientas de comunicación que hicieron las distancias más cortas y que mutaron las formas de relacionarnos con los demás interlocutores. Hay que recordar de hecho, que el primer mensaje de telefonía móvil enviado en la historia, llevaba como mensaje el siguiente texto: “Merry Christmas” (Feliz Navidad), y que fue mandado hace exactamente 20 años. Y con los mensajes de móvil llegaron los multimedia, en los que podías añadir audio, vídeos o fotografías. ¿Cuántos no lo hicieron con un villancico o una imagen de las mencionadas postales? Internet evolucionó y lo revolucionó todo con la aparición de las redes sociales Facebook y Twitter, en cuyos muros podías colgar tus felicitaciones acompañadas, cómo no, otra vez más, de aquellas mismas imágenes religiosas, símbolos de la Navidad; tal y como hizo ayer el Presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, al felicitar la Navidad desde la nueva cuenta Twitter del Congreso. Y con ella volvieron los de siempre, los inventores del bautismo laico, con la salmodia de la crítica por el uso de una imagen religiosa en una institución. ¿Qué harán ellos si el día 22 de diciembre les toca la Lotería? Capaces serán incluso de desgastar la imagen del boleto de tanto beso.


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Divino tesoro



No sé si por casualidad o por relación con la labor que desempeño, últimamente escucho en repetidas ocasiones, llegando incluso a contabilizarse varias al día, las típicas expresiones de que la juventud no sabe qué hacer, que vive del cuento, que no se halla comprometida, que no tiene metas, que no sabe buscarlas y no se esfuerza por alcanzarlas, que solo piensa en el ocio y en el disfrute momentáneo sin pensar en el presente o en las consecuencias de sus actos en el futuro. Hasta cierto punto llego a comprender que esta ristra de expresiones estereotipadas, relacionadas con la juventud, provengan, en determinados momentos, de ciertas personas. Sobre todo de aquellas que experimentaron tiempos en los que afloraban las oportunidades por doquier y que a su vez, tenían en su memoria más reciente extensos períodos de dificultades políticas, sociales o económicas; por ejemplo, aquella generación de la transición, momento en el que nuestra democracia comenzaba a dar sus primeros pasos.

Lo que es preocupante es que no sean aquellos jóvenes de la transición, hoy con treinta y siete años más a sus espaldas, quienes pronuncien esas expresiones, como si de un mantra tibetano se tratase, que los hay; sino que quienes rezan con determinado cántico son muchos de los jóvenes actuales. Juventud que, gracias a la época en la que nacieron, no les tocó vivir las dificultades de una guerra, de una postguerra, de un aislamiento internacional o de la ausencia de muchos derechos democráticos, y en definitiva, de la carencia de una juventud tal y como hoy la conocemos. Es preocupante que muchos jóvenes se cuestionen su propio progreso y desarrollo en tiempos de crisis; sobre todo, cuando se sabe que cualquier crisis es superable, y a día de hoy ya comienza a haber, aunque tímidos, indicios de que comenzamos a ver el final del túnel, pese a que nos falte aún trecho para alcanzar la salida definitiva. Es alarmante esta actitud porque permanecer en punto muerto, sin marcha alguna, supone que cuando el motor se ponga a funcionar, aún habrá personas esperando una señal para la salida.

La cuestión es, ¿por qué surge en estos muchachos la capacidad de cuestionarse su propio futuro dentro de la dificultad actual? Confieso que le he dado muchas vueltas a la misma, y siempre llego a idéntica conclusión: la educación recibida. No hablo aquí de educación reglada, compuesta por las diversas asignaturas de los currículos educativos; sino de la educación en valores, esa tantas veces olvidada y que tanto sirve para el gran examen de la vida. Esa educación en valores que se ha visto trastocada en momentos de bonanza económica, y que no supo ser transmitida, en determinados casos, a una generación que nació sin dificultades sociales y con gran parte del trabajo hecho. Una juventud que fue durante mucho tiempo mal informada con la idea de que tenía todos los derechos del mundo adquiridos; pero que en pocos casos aprendió que para que perduraran esos derechos, se requería de unas obligaciones que todos debían acometer.

Por eso, desde aquí, rompo una lanza a favor de la juventud actual, que tanto sufre y que en determinados momentos tan negro ve su futuro. El desánimo y la inactividad no solucionan ningún problema. Para tener un futuro siempre hay que marcarse una meta y proponerse alcanzarla. Quizá haya tormenta y oleaje en la travesía, pero cuando se tiene una brújula que marca bien el norte es difícil perderse. Quizá haya parte de la tripulación que aconseje abandonar y regresar a puerto, pero que sepas que todo esfuerzo siempre obtiene recompensa. Y quizá cuando llegues a puerto tengas descendencia; para los que te sucedan será el cuaderno de bitácora de tu viaje, donde les muestres cuáles fueron tus hazañas y cómo afrontaste las dificultades. Porque la lección que les legues será su más divino tesoro.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

En un año



Se cumplía ayer un año desde que España depositó su confianza en el cambio, eligiendo como Presidente del Gobierno al que por aquel entonces era el candidato por el Partido Popular, Mariano Rajoy Brey. Apostaba nuestro país, de manera mayoritaria, por dar un cambio de rumbo a la política, tras siete años de presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, quien dejó a España al borde del rescate financiero, con la prima de riesgo disparada, cinco millones de parados y un problema de descrédito internacional hacia nuestra nación, bastante preocupante.

En este año de gobierno de Rajoy, las medidas adoptadas han sido varias y de diversa índole, la situación lo requería, más si cabe, cuando desde el mundo financiero, las noticias de la volatilidad de los mercados y los movimientos de la prima de riesgo, hacían rondar el rumor del rescate por parte de Europa. Desde el primer instante el gabinete gubernamental se puso en funcionamiento a pleno rendimiento, para solucionar todos los problemas heredados del anterior gobierno socialista, marcando una hoja de actuaciones a llevar a cabo en las diversas materias, para que no se llegara a una situación insostenible de colapso financiero que lastrase a toda nuestra economía. De esos primeros movimientos llegaron el alza del IRPF, la subida del impuesto de bienes inmuebles (IBI), la congelación del salario mínimo, la ampliación de la jornada laboral de los empleados públicos y la supresión del 20% a las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales. Es cierto que este comienzo fue duro para la sociedad, y no fue trago de buen gusto para un gobierno reciente, pero la situación lo requería. El anterior Ejecutivo socialista había fijado el déficit para 2011 en el 6%, los populares calcularon que el agujero sería mucho mayor, de hasta el 8%; pero tras muchas revisiones se elevó la cifra del déficit hasta un 8,96%. La herencia recibida era una realidad y había que atajarla para que no siguiera repercutiendo negativamente en nuestro país.

Con este inicio llegaron otras dos medidas importantes: la Ley Orgánica de estabilidad presupuestaria, que imponía un control más exhaustivo al gasto de las comunidades autónomas y la Reforma Laboral, que tenía como meta flexibilizar las condiciones del mercado de trabajo, sentar las bases para crear empleo estable cuanto antes y ayudar a destruir la fuerte sangría del paro. Excelentes medidas éstas, pero cuyos resultados no se ven de un día para otro; y que por ello, tanto partidos políticos de corte independentista, como las centrales sindicales y la oposición, se dedicaron a criticar, llegando incluso a proclamar una huelga general, que se repetiría ocho meses más tarde. Con el paso del tiempo, en verano, llegaron nuevas medidas y acuerdos financieros con Europa, y en otoño los Presupuestos Generales del Estado. Es cierto que aún queda mucho por hacer para regresar a la senda de recuperación y crecimiento; pero también es verdad que a nadie se le pasa por la cabeza pensar en lo que hubiera ocurrido si Rodríguez Zapatero no hubiera adelantado las elecciones o si las mismas las hubiera ganado el Partido Socialista, por lo terrorífico de la estampa imaginable.

Aunque la situación de emergencia haya pasado, siguen siendo tiempos duros y difíciles; tiempos para confiar en la labor del gobierno, para no dar la batalla por perdida en ningún frente. Ante cada piedra en el camino, fuerza para superarla; porque solo estando unidos y siendo fuertes España volverá a ser dueña de un futuro con futuro.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Con-sumo cuidado



Como es de sobra conocido, hoy en Europa hay convocada una jornada de paros parciales y movilizaciones por parte de la Confederación Europea de Sindicatos. Además, se va a dar también en la Unión la opción elegida por los sindicatos mayoritarios de España y Portugal, la convocatoria de huelga general. La huelga es un derecho democrático fundamental, legalmente avalado por nuestra Carta Magna en su artículo 28.2, donde se recoge de la siguiente forma: “Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad”. Es interesante tener en cuenta la ley en todo momento, sobre todo porque mientras que la opción de los trabajadores de acudir a la huelga es un derecho, también lo es la libre elección de secundarla o no; teniendo obligación de prevalecer, en todo momento, su derecho de libertad de elección. El problema surge cuando esto no se cumple.

En primer lugar, es muy preocupante que en España, durante los siete años de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ningún sindicato abriera la boca para quejarse del aumento descontrolado del número de parados; que ningún agente sindical criticara las medidas tomadas por el gobierno para paliar la lacra del desempleo y el drama de las familias. Y ahora, cuando peor está la situación, cuando la herencia recibida se refleja en las terribles cifras de paro y déficit que repercuten directamente en nuestra prima de riesgo, y en la confianza que depositan los mercados internacionales para financiar a nuestro país. Ahora, aparecen los sindicatos y se preocupan por hacer a marchas forzadas, el trabajo que no hicieron en el momento oportuno, amén de echarle la culpa a quien verdaderamente no la tiene, el actual gobierno de Mariano Rajoy. Quien está haciendo lo indecible para mejorar las condiciones de los trabajadores, con la publicación de la Reforma Laboral, así como luchando por acabar con el drama de las familias que tienen todos sus miembros en paro y dificultades para llegar a fin de mes; y mirando hacia el futuro para que este drama no afecte a las generaciones venideras de nuestro país, nuestros jóvenes.

Y en segundo lugar, lo que es más alarmante, es que desde ciertos sectores sindicales que apoyan la huelga de hoy, se defienda la obligación a secundarla, no solo por medio de la entrada en escena de los mal llamados “piquetes informativos”; que a día de hoy, en el siglo XXI, y con los avances tecnológicos que existen en el ámbito de las comunicaciones y la información, es inexplicable que sigan existiendo, más si cabe, después de los últimos acontecimientos de las anteriores huelgas y movilizaciones sindicales, en las que quedó demostrado que lo último que hacen es informar sobre las condiciones de la huelga. Sino también, porque concretamente desde ciertas ONGs de consumidores se está alentando a hacer una huelga total de consumo, esgrimiendo para ello un decálogo de las acciones que debe llevar a cabo todo consumidor, y que en este caso para ellos es no consumir, paralizando el comercio en su totalidad.

Aquí viene lo más preocupante, y es que llevando a cabo esta medida perjudican no solo a la confianza en nuestra economía, sino también y más aún, lesionan la economía directa de las familias de trabajadores autónomos, pequeños y medianos comerciantes, que no se pueden ni permitir cerrar ni un día de huelga. No solo ya les cierran el negocio, sino que también les ahuyentan a los clientes.


viernes, 9 de noviembre de 2012

El paso cambiado



Acaba de darse el pistoletazo de salida a la campaña electoral para las elecciones del próximo 25 de noviembre a la Generalitat de Cataluña. Es curioso analizar como la fecha elegida para el inicio de la campaña coincide, aunque con 23 años de distancia en el tiempo, con una de las fechas marcadas en rojo en el calendario de la Unión Europea y de Occidente, la caída del muro de Berlín. El hecho que supuso el inicio del fin del régimen comunista soviético y de la división mundial que propiciaba la política de bloques, surgida tras la finalización de II Guerra Mundial.

Es interesante ver como hoy, cuando casi se cumple un cuarto de siglo de aquel 9 de noviembre, y cuando nos encontramos comprometidos todos los países miembros de la Unión Europea, en una empresa común de unidad y fortaleza desde la diversidad de las naciones formantes, para afrontar los retos políticos, sociales y económicos del futuro, aparece en Cataluña, a mitad de su actual mandato, el actual President anticipando los comicios porque, según desde su óptica, desde el Gobierno de España se ningunea y ataca al pueblo catalán. Se sirve para tales discursos de argumentos pretéritos de partidos separatistas e independentistas, apelando con ello al pasado histórico-legendario de la región; a los agravios, según él, sufridos por Cataluña tras los Decretos de Nueva Planta en el siglo XVIII; a la revisión de nefastos conflictos del pasado; y en definitiva a elementos más cercanos al mesianismo político, que a al lema común que impera en Europa, la unidad.

Lo que no se para a explicar Artur Mas es por qué desde que está él en el gobierno los impagos y el déficit en Cataluña van cada vez a más, ni por qué se sigue derrochando dinero en aspectos superfluos y no relevantes, como son el mantenimiento de las embajadas que la Generalitat tiene por todo el mundo, antes de solucionar los problemas de una ciudadanía en tiempos de crisis. Alguien se podría preguntar lo siguiente: ¿por qué si Mas no fue el culpable de la crisis catalana, no es ahora capaz de gestionar bien el futuro de Cataluña? La respuesta es simple. Porque Artur Mas no tiene capacidad real ni propuestas reales para afrontar una situación que le sobrepasa, en primer lugar; y en segundo lugar, porque en tiempos de crisis hay momentos en los que es necesario pedir ayuda, y en este aspecto hay una parte de la sociedad de Cataluña que no ve con buenos ojos el hecho de pedir ayuda a España y asumir su culpa de la mala gestión. Por eso Mas afronta desde un comienzo, allá por agosto, la solicitud con carácter de urgencia, al Fondo de Liquidez Autonómica, de 5.023 millones de euros; no como una ayuda, sino como el pago que debe realizar España ante las ofensas del pasado, que según el dirigente catalán pasan por recuperar lo que Cataluña aporta a España y que ésta no reinvierte en la región.

Por eso, una vez que Mas enciende la mecha del argumento de la afrenta histórica, como hicieron los nacionalismos europeos en el período de entreguerras, es muy fácil poder desviar la atención del verdadero problema, la solución a la crisis; centrándolo en algo que ni su propia coalición de partidos jamás ha pedido, la independencia; acompañando sus argumentos, cómo no, con los ingredientes del odio, los símbolos, la confrontación, la desobediencia y la ilegalidad.

Lo que no sabe Mas es que estos son otros tiempos y el ritmo del baile no lo marca él. De ahí el peligro de bailar una danza tan difícil con el paso cambiado, que la posibilidad de que Cataluña tropiece y se caiga estrepitosamente, está tristemente cada vez más cerca.

miércoles, 31 de octubre de 2012

La Granada del futuro



Amarillean sus hojas al otoño los plataneros de la Carrera del Genil, y regresan a mi memoria imágenes de mi ciudad natal. Me veo transitando por ella, con diez años menos a mis espaldas y un semblante de admiración y respeto, sobrecogido por la ingente historia que atesoran sus calles. Granada, mi Granada. Aquella tantas veces evocada desde tierras levantinas, y tantas veces visitada en viajes y escapadas con mis padres, en excursiones de verano o Navidad, pero incomprendida siempre; hasta que no llegué a ella, para beber de sus fuentes en mi adolescencia y saborearla lentamente, gota a gota, revelándome el manantial de vida que fluía por sus entrañas.

Redescubrí entonces el amor y la amistad, afianzando amigos que llegarían para quedarse. Contemplé que el tiempo, aunque de paso idéntico, transcurría enriquecido con un tempo y ritmos distintos a los conocidos; la sinfonía de estas tierras se imprimía en sus gentes y su paisaje. Territorio tantas veces conquistado por diversos pueblos, atesoraba tantas vetas de arte en cada una de sus esquinas, que era fácil rememorar, con el trasiego actual, las huellas de antiguos granadinos, insignes y anónimos, que transitaron por ella. Como granadino es, desde el momento en el que salta al ruedo de la calle, el viajero que llega para confirmar la alternativa en esta muy noble, muy leal, nombrada grande, celebérrima y heroica ciudad.

Y hoy, que llega a mí su recuerdo, llega también la tristeza; pero no porque no vea que a nuestra ciudad le falte el brillo que en mis ojos refleja al rememorar aquella década en que la redescubrí. Sino porque conozco y sé, que en estos años, personalidades ajenas, o no tanto, a Granada le han prometido grandes obras para hacer de ella una ciudad para el futuro, desvelándose a posteriori ser todas ellas remodelaciones envenenadas con la única finalidad del rédito político. Lo peor no fue ya que no se hicieran; sino que incluso, muchas de ellas se llevaron a cabo quedando luego paralizadas, afectando así a las instituciones municipales y en primera instancia a los granadinos. Recuerdo la prosperidad que prometían para nuestra ciudad con la llegada del AVE, con estación de Moneo incluida; la finalización de la A-7; la apertura de Granada a las rutas internacionales de navegación aérea; la mejora en la gestión de Sierra Nevada y la Alhambra; la llegada del Metro a nuestras calles; la realización del Teatro de la Ópera; la apertura del Clínico y el funcionamiento del Parque de la Salud; y otras muchas promesas tan incumplidas unas como otras; pero todas y cada una de ellas igual de excusables con la crisis.

Por eso, desde aquí, y sin caer en el pesimismo, pido a aquellos gobernantes socialistas, tan responsables de los errores cometidos en el pasado, que acepten su parte de responsabilidad en el presente, y aúnen fuerzas con el equipo de gobierno municipal, provincial y nacional en favor de los intereses de Granada; intereses éstos que no son los de ningún partido político, sino los que servirán para propiciar esa modernización necesaria y viable que nos llevará a construir, para todos nuestros ciudadanos, la Granada del futuro.


miércoles, 24 de octubre de 2012

Resultados escrutados



El pasado domingo se volvió a celebrar, en dos regiones de nuestro país, la fiesta de la democracia. En esta ocasión los comicios se llevaban a cabo con el fin de elegir al auriga responsable de dirigir las riendas de la presidencia autonómica de Galicia y del País Vasco. Dos regiones distintas en cuanto a costumbres, política, sociedad y pasado; pero con un presente común, marcado por la situación actual y un futuro todavía por escribir. A la sociedad, en el cumplimiento de su deber democrático, le tocaba la labor de manifestar su parecer con alguna las diversas opciones de gestión política, planteadas por los partidos en sus programas electorales.

A estas elecciones concurría el Partido Popular con un programa que afianza la política de reajuste económico y de control de gasto e inversión pública, tan necesaria a día de hoy, y que tan buenos resultados le está dando al candidato y Presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo; junto con unas propuestas de unidad y fortaleza nacional en consonancia con las políticas que el propio Partido Popular está llevando a cabo desde el Gobierno de España, sin que por ello, ninguna de las dos regiones debiera perder sus señas de identidad ni peso en los conciertos autonómicos, como, por ejemplo, tanto se afanó en defender en todo momento el candidato vasco Antonio Basagoiti; pese a que desde diversas voces cercanas al independentismo se pregonara lo contrario. Con respecto a éstos, los independentistas, representados por PNV y Bildu en el País Vasco y BNG y AGE en Galicia, hay que reseñar que se encuentran ante la difícil tesitura de elegir entre, arrimar el hombro para superar la difícil situación económica por la que pasan sus regiones en particular, y España en general; o apoltronarse en un discurso independentista, que dadas las circunstancias, puede llegar a situarse en argumentos cercanos al mesianismo contraproducente de tiempos pasados (o actuales, como en otra región ya de sobra conocida), desaprovechando en este caso una oportunidad de oro para salir adelante y superar problemas como el actual de la crisis, o el histórico, en el caso vasco, del terrorismo (que, dada su magnitud, no pasaré a escrutar). Por otro lado, no debemos olvidar a las formaciones históricamente denominadas “de izquierdas”, como son el PSOE e IU, que concurrían con la necesidad de apuntalar con el resultado de las urnas, los argumentos defendidos en Madrid, y que tanto se han radicalizado en el último año, primero de los años del Gobierno de Mariano Rajoy; además de, en el caso del PSOE, sentirse obligado a obtener unos buenos resultados, dada su ubicación como principal partido de la oposición en Galicia y ostentar la Lehendakaritza en el País Vasco.

La jornada del domingo transcurrió y los resultados llegaron. En Galicia el Partido Popular mejoraba y renovaba su mayoría absoluta; por otro lado, en el País Vasco, la opción más votada era la del PNV, seguida de cerca por Bildu, con seis escaños de diferencia. Mientras que en el primero de los escenarios el resultado era claro para gobernar, en el segundo, debería llegarse a acuerdos para formar gobierno, diversas opciones son posibles. Pero, en ambas regiones hay que señalar el descalabro considerable que han sufrido los históricos partidos de izquierdas. IU en Galicia se ha visto eclipsada en la coalición formada con AGE y en el País Vasco ha desaparecido del Parlamento; mientras que lo del PSOE responde más bien a un descenso por un pozo sin fondo, y que parece no tener fin, iniciado tras las elecciones municipales de 2011 y confirmado en las pasadas nacionales del 20-N, así como en todas las regionales a las que han concurrido desde que Rodríguez Zapatero dejara la batuta del partido a Alfredo Pérez Rubalcaba. Y es que hay que comprender que cuando, de un día para otro, se deja de afrontar la realidad, para intentar desgastar a un gobierno, maquillando la responsabilidad de los problemas y la ausencia de propuestas políticas con la agitación injustificada de la masa social descontenta, tarde o temprano se desvela el resultado en los votos escrutados.


miércoles, 17 de octubre de 2012

Vuestro futuro, nuestro futuro



Ayer, mientras atravesaba granadinas y jiennenses carreteras a primera hora de la mañana, una nefasta noticia llamaba mi atención al comienzo del viaje: “España se sitúa a la cabeza del fracaso escolar y del desempleo juvenil en Europa”. Según la Unesco, el titular quedaba confirmado con los datos que recogía para la elaboración de su estudio anual “Educación para todos” y quedaba reflejado en las desalentadoras cifras oficiales, donde uno de cada tres jóvenes españoles (la media en Europa es de uno de cada cinco), de edades comprendidas entre los 15 y 24 años, había abandonado sus estudios antes de finalizar la Enseñanza Secundaria Obligatoria (E.S.O.); mientras que el paro juvenil había alcanzado y superado ya el 50% en marzo de este año.

Las cifras aportadas son alarmantes para nuestro país, más si cabe por la situación tan difícil por la que pasa nuestra economía, tan ferozmente golpeada por la crisis; pero aún lo es más el dato que acompañaba a los indicadores de fracaso escolar y paro juvenil en el estudio de la Unesco. Y es que en él se refleja también que, al menos un cuarto de los jóvenes españoles que dejaron sus estudios al acabar el primer ciclo de Enseñanza Secundaria, y un quinto de los que la abandonaron después del Bachillerato, en la actualidad, tampoco buscan empleo; jóvenes comúnmente conocidos como “ni-nis”.

Es cierto que las dificultades económicas son una realidad, pero también es verdad que si dicha actitud de nuestros jóvenes sigue el camino que presenta el estudio, cuando España salga del bache económico, porque a nadie le quepa la menor duda de que saldremos, nos encontraremos con una generación que habrá desaprovechado una oportunidad de oro para formarse. Esto hará que nuestros jóvenes no sean competitivos frente al resto de Europa, y por ende, no podrán ocupar los puestos de trabajo que se creen en el futuro, dificultando con ello la recuperación económica, social y financiera de nuestro país en el momento oportuno, dilatando más si cabe el regreso a la senda de la prosperidad de nuestra nación. Hay que apostar por un sistema educativo que forme al futuro de nuestro país, en igualdad de oportunidades con Europa y con el mundo. Estudios independientes demuestran que el rendimiento educativo durante la Enseñanza Obligatoria modifica significativamente las perspectivas laborales de los individuos y completar o no este proceso formativo tiene consecuencias. Por ejemplo, una mejora de 15 puntos en la tasa de graduados de la ESO y en abandono escolar incrementaría la tasa de actividad entre 0,3 y 2 puntos, reduciría la tasa de paro entre 2,3 y 3,8 puntos y la tasa de temporalidad entre 1,7 y 2 puntos y aumentaría la productividad al menos un 4,5%.

Por último, señala la Unesco, “Crear puestos de trabajo per se, no va a ayudarnos a salir de la crisis. Europa debe formar a jóvenes con competencias profesionales adecuadas, con experiencia previa y con capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías”. Qué gran verdad, pero a su vez también no hay que olvidar que debemos motivar a nuestros jóvenes constantemente, que no se distraigan ni desvíen de su senda principal: la formación para su futuro. Mostrarles valores como el compromiso, la competitividad productiva, los buenos resultados, el esfuerzo, la superación o la formación continua, deben ser constantes en los métodos de enseñanza y aprendizaje para que con ellos, las generaciones futuras puedan luchar por devolver a España a puestos importante dentro del escenario internacional, hecho que acarreará altas cotas de bienestar para todos los ciudadanos.


martes, 9 de octubre de 2012

Un nuevo curso


Todo inicio de curso siempre aporta algo de novedoso e inquietante a nuestras vidas, el regreso de los compañeros, un año más de experiencia, las nuevas asignaturas, la adaptación al entorno, la vuelta al horario de trabajo, los madrugones, los atascos, el reencuentro con ciertas obligaciones aparcadas durante el verano, y un sinfín de ítems que trae consigo el mes de septiembre y algunos días de octubre.

Es inquietante ver también, como a todo lo mencionado anteriormente, este año, por cuestiones de sobra ya comentadas en anteriores entradas, el comienzo de curso ha traído consigo nuevos aspectos hasta ahora no contemplados en los últimos años: las movilizaciones sociales, la escasa contratación de profesorado, la desaparición de diversos programas educativos y partidas económicas, el aumento del número de horas al personal docente, el aumento de las ratios de alumnos por clase, los impagos de los conciertos a varios centros educativos, transportes y comedores; amén de las añadidas dificultades económicas por las que pasan muchas de las familias de nuestro país.

El desconcierto está presente en nuestra sociedad, sobrevolada por las incesantes especulaciones acerca del rescate que, día tras día, tanto se lucha por evitar pedir desde las instituciones del gobierno. Alguien podrá ver en esta situación un paralelismo con el cantar épico francés por antonomasia, la Chanson de Roland; donde al final de la misma, Roland, cuyo ejército está al borde de la derrota, es incapaz de hacer sonar el olifant que hubiera servido para pedir el auxilio del emperador Charlemagne, simplemente por cuestión de orgullo. Pero aquí nuestro gobierno no actúa por orgullo, sino porque las consecuencias de un rescate serían más perjudiciales para el país, que los reajustes en el sistema económico de inversión y gasto del estado.

Es cierto que los reajustes se han hecho en todos los ámbitos, en mayor o menor medida; pero también es verdad, que la sociedad los ajustes que más percibe son los que le afectan de manera más directa, y aquí llegamos al ámbito de la educación. En Educación durante los últimos años se habían llevado a cabo ciertas políticas de inversión, que más que inversión se habían convertido en gasto, por destinarse partidas económicas a aspectos no prioritarios, desde el punto de vista de resultados educativos. Recuerdo en este momento todo lo destinado para que los alumnos españoles se introdujeran en la era digital, apareciendo un programa para implantar pizarras digitales en cada una de las aulas y regalar un ordenador portátil a cada uno de los alumnos. En esencia no parecía mala idea, hasta que se descubrió que la medida se trataba de otro castillo de naipes cuya duración sería equivalente al tiempo que tardara en soplar el viento. Y el viento sopló y llegó el vendaval, y con él se descubrió que el gasto para implantar este programa (al menos, de 300 millones de euros) se realizó sin analizar previamente el impacto económico que supondría en nuestra economía, y peor aún, se implantó sin realizar ningún informe en el que se programasen cuáles eran los objetivos didácticos a alcanzar.

Por eso, a día de hoy, nuestro gobierno tiene que hilar muy fino, reestructurar la inversión educativa y, fijándose en otros países donde los buenos resultados están contrastados, aplicar una política educativa basada en el rendimiento, la equidad y la calidad, que nos sirva para formar a una sociedad competente para el futuro. Porque solo apostando por una educación de calidad, individualizada y flexibilizada, el crecimiento y el empleo en España vendrán de la mano.


miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Era de prueba?




La semana pasada, tras diversos acontecimientos acaecidos y que ahora no vienen a cuento, tomé la decisión de no publicar, como había hecho hasta la fecha, la entrada correspondiente al miércoles 26 de septiembre en el blog "El espaldarazo". En esos días de reflexión transcurridos, y de los que ya hablaré en otro momento, una de las noticias que más me impactó fue la concerniente a las movilizaciones promovidas por ciertos grupos, afines o similares al movimiento 15M y congregados bajo el nombre de "Plataforma ¡En pie! Ocupa el Congreso", que utilizaron la fecha del 25 de septiembre para llamar a la movilización contra cualquier tipo de poder legalmente constituido. Muchas veces, el hecho de escuchar, ya sea rumor o verdad contrastada, una noticia bastante sorprendente, como es la que se basa en la idea de ocupar el Congreso de los Diputados, hace que uno comience a buscar toda la información posible sobre esto, para por lo menos, comprender cómo hemos sido capaces de llegar a tal situación.

Leer las noticias que tratan el tema en los diversos medios de comunicación puede ser un mecanismo bastante esclarecedor, pero muchas veces, y más en estos casos en los que se alienta a la ocupación y paralización de una de las instituciones del estado, lo conveniente es irse a la fuente inicial. En tal búsqueda de información, me encontré con el manifiesto donde aparecían los nueve puntos en los que esta plataforma justifica sus acciones y exige las condiciones. De entre todos los puntos, los que más me sobresaltaron son los que hacían referencia a la “dimisión del gobierno en pleno, así como la disolución de las Cortes y de la Jefatura del Estado”, y a la “apertura de un proceso constituyente transparente y democrático, a fin de redactar una nueva Constitución”, sobre todo tras  haberse celebrado elecciones generales el 20 de noviembre del pasado año. 

Es de sobra conocido ya por todos, que los momentos por los que pasa nuestro país no son fáciles a corto plazo, las circunstancias son duras y hay muchos errores cometidos que hay que solucionar; en primer lugar para generar la confianza que nos permita salir adelante y en segundo, para que tales fallos no los vuelvan a cometer las generaciones venideras. Por lo tanto, lo último que necesita España, es que la desconfianza se adueñe de la ciudadanía, y ésta, condimentada por la llama del odio, la separación y la indignación se deje llevar por la pasión desenfrenada llegando a cometer alguna atrocidad inimaginable.

No es momento de andarse con pruebas y ensayos hasta que demos con la tecla que nos devuelva a la senda de la prosperidad, los segundos corren para España, y bastante en contra, se acaba el tiempo y aún queda partido por remontar para alcanzar la victoria. Es el momento idóneo para apelar a la fortaleza de la unidad, al espíritu de los padres de nuestra democracia, a aquellos que dejaron aparcadas sus diferencias ideológicas por el bien común de la prosperidad y de la convivencia pacífica. Aquellos que fueron capaces de crear unas reglas de juego, plasmadas en la Constitución de 1978; y que a tan altas cotas de prosperidad llevaron a nuestro país. No son tiempos para obtener rédito político de la confusión que genera la crisis, apelando a disputas históricas o partidistas, para ocultar así los errores del pasado. Es tiempo de ser fuertes, porque sólo apostando por la fortaleza de la unión seremos capaces de salir adelante.


martes, 18 de septiembre de 2012

Nada es casualidad


El lunes por la noche estuve viendo la entrevista que le hicieron en Televisión Española al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba. Tras haber escuchado la semana anterior explicar al Presidente Mariano Rajoy, en el mismo programa televisivo, la causa y consecuencia de todas las medidas que se están llevando a cabo para solucionar la situación tan dificultosa por la que atraviesa el país. Admito que esperaba con cierto interés las palabras de Rubalcaba, quizá como líder de la oposición y miembro del anterior ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, tuviera algo interesante que decir, algo nuevo que aportar, el tiempo y el espacio estaban a su favor, era el momento de hablar.

Cincuenta minutos más tarde, tras terminar su entrevista, me sentía igual que cuando comenzó. Seguía esperando que Rubalcaba explicara algo acerca de los errores que cometió el anterior gobierno socialista. ¿Casualidad? Solemos contentarnos pensando, cuando no se cumplen nuestras expectativas, que quizá el resultado se deba a una simple casualidad; pero en este caso no. ¿Podría haber sido casual, que en la anterior entrevista, Mariano Rajoy no hubiera afrontado alguna pregunta incómoda? Todos sabemos la respuesta; y aun así, pese a que hubo preguntas de tal tipo, el Presidente las afrontó, simplemente por el cargo que ocupa y el compromiso inherente que conlleva. ¿Por qué entonces Rubalcaba no lo hizo?

Quizá alguien podría pensar que no hubo preguntas relativas al tema de los errores, pero se equivocaría; hasta en dos veces le llegaron a preguntar qué parte de responsabilidad tuvo el anterior ejecutivo en la crisis y en qué falló el gobierno socialista. Y ante tales cuestiones, aparecían respuestas que no aclaraban nada y que no comprometían a nadie; parecía que todos los fallos se habían producido por pura casualidad. De hecho, y para ser más precisos, la responsabilidad en la crisis para él, actualmente, era del actual gobierno y los fallos no los produjeron ellos cuando gobernaron, sino que provenían de Europa. ¿Casualidad en las respuestas? Demasiado casual sería, sobre todo tras escuchar voces como las de José Blanco o Elena Valenciano, donde exoneraban de cualquier responsabilidad al gobierno de Rodríguez Zapatero.

Siendo del todo claro admito, que a diferencia de lo que vi en la entrevista a Rajoy, en ésta Rubalcaba no me alteró en ninguna de las cosas que dijo, estuvo en todo momento bastante previsible. Como previsible se comienza ya a ver la actitud el excéntrico Michael O´Leary, Consejero Delegado de la aerolínea de bajo coste Ryanair, quien tras recibir diversas críticas negativas por parte de controladores aéreos, pilotos, asociaciones de consumidores y hasta el propio Ministerio de Fomento, ha amenazado con emprender contra ellos acciones legales por difamación a su empresa. Tras explicar, eso sí, que los incidentes sufridos se deben al azar y la casualidad. Incidentes que parecerían casuales si la compañía no se encontrara en el número uno de expedientes de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, con 1.201 incidentes y 15 deficiencias graves en España, solo desde enero a junio de este año.  

Y es que, muchas veces lo que se intenta presentar como una mera situación casual no es más que un intento por ocultar una verdadera responsabilidad en los errores cometidos. En el peor de los casos, la mejor opción siempre es asumir la responsabilidad y trabajar por la solución de los problemas, porque en ellos nunca nada es casualidad.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

United We Stand


Ayer se conmemoraron once años del mayor acto de infamia y crueldad cometido en la historia reciente de Occidente, el ataque terrorista al centro político y financiero de los Estados Unidos. Desde el primer instante esta impactante y fatídica jornada dio lugar a una ola  de patriotismo y unidad sin precedentes, o quizá, únicamente comparable con el fervor surgido a raíz del ataque que sufrió Estados Unidos en Pearl Harbor, en diciembre de 1941, causante de su intervención directa en la Segunda Guerra Mundial. 

En este marco apareció uno de los eslóganes que más fuerza dieron al movimiento de ayuda desinteresada, el ya, por todos conocido “United We Stand”. Cuya traducción más literal podría ser “Unidos permanecemos en pie” y que tanto asemeja a un eslogan más familiar para nosotros como puede ser “La unión hace la fuerza”; que sirvió para unir a todos los elementos de la sociedad civil y militar bajo un mismo manto. Fueron momentos que sentaron cátedra en cuanto a madurez democrática y social, las noticias eran desalentadoras, el número de fallecidos y las dificultades a la hora de recuperar a los posibles heridos eran de magnitudes dantescas; pero las diferencias y divisiones políticas y sociales quedaron en un segundo plano, confluyendo toda la fuerza de la nación en un mismo cauce de ayuda, hombro con hombro, para recuperar al país lo más rápidamente posible. Es cierto que hubo errores en esa crisis; pero también es cierto que con el aliento de la unidad y la confianza siempre es más fácil superarse de los fallos que se puedan cometer.

El recuerdo de esta actitud regresa a mi memoria cada once de septiembre y en este año mucho más si cabe, debido a las dificultades por las que pasa nuestra nación. Es cierto que no es comparable directamente un atentado terrorista a una crisis financiera; pero la actitud mostrada por los héroes del once de septiembre debe servirnos como buen ejemplo a seguir, para solucionar un problema que es de todos y que a todos nos afecta.

Y si hablo de unidad como ejemplo, menciono también a la división como uno de los causantes de la lentitud en la recuperación. Es curioso ver, como la fecha en la que se conmemora uno de los mayores actos de alianza política y social, coincide con la  conmemoración de una de las festividades donde se reivindica la separación, por motivos políticos, de una región de nuestro país, con toda la repercusión negativa que supondría para ambas partes, más aún en los tiempos que corren. Esta es la Fiesta de Cataluña, donde es paradójico encontrarse que instituciones democráticas no pueden festejar tal fecha, simplemente por pertenecer a un símbolo político que apela a la unidad. Y donde a su vez, es mucho más paradójico conocer que, días antes de la conmemoración de la Fiesta de Cataluña, el Gobierno de la Generalitat, acuciado por sus gravísimos problemas de tesorería, solicitó 5.023 millones de euros al Fondo de Liquidez Autonómica del Gobierno de España.

Lo que más nos puede tranquilizar es que si una región, por muy independentista que sea, pide ayuda al Estado, éste no se la negará. Este es uno de los grandes principios de la democracia. Porque si, como rezaba el eslogan “United We Stand”, la segunda parte del mismo es “Divided We Fall” (Divididos caemos).

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Faena por la libertad



Marcará el reloj las seis de esta tarde cuando vuelvan a resonar clarines y timbales que anuncien que regresa la Fiesta a Televisión Española. Desde la “monumental, airosa y agradable” Plaza de Toros de Valladolid, volveremos a asistir, tras seis años, seis, de prohibición en el ente público, a la retransmisión de uno de los espectáculos culturales enseña de nuestra historia, el toreo.

Retorna a la parrilla televisiva nacional uno de los emblemas de la cultura española, aquel que en su día fue reclamo de múltiples artistas extranjeros de tan reconocido prestigio, como Ava Gardner, Ernest Hemingway, Rita Hayworth, Orson Welles, James Dean o Charlton Heston; que encontraban en España un paraíso de los sentidos, donde, tarde tras tarde, unos diestros legendarios mezclaban sobre el lienzo del ruedo, el arte y la valentía, que tanto identifica a nuestro país. Aquel emblema, la fiesta de los toros, que utilizaron y defendieron algunos de los mejores espadas de nuestra cultura más contemporánea –Dalí, Picasso, Lorca, Zuloaga, Alberti- y actual –Sabina, Manolo García, Serrat, Boadella, Vargas Llosa-, llegando incluso hasta afirmar el filósofo Ortega y Gasset que era “impensable estudiar la historia de España sin considerar las corridas de toros”.

Por esta razón es impensable que hace seis años, aduciendo argumentos deficitarios, se llegase a la conclusión de que con la prohibición de uno de los espectáculos culturales más característicos de nuestro país, y por el que, aunque suene a tópico, más se nos reconoce en el resto del mundo, se alcanzaría un grado de progresismo de magnitud incalculable.

Surgieron voces argumentando que el gasto no era sostenible, que los niveles de audiencia no justificaban la emisión, que las horas de retransmisión no eran las más adecuadas para la audiencia; a las que se fueron sumando, en armonía orquestada, las plataformas antitaurinas y los partidos independentistas, quienes creían que atentando contra un emblema de la cultura española, reforzaban su discurso secesionista, olvidando incluso que, por ejemplo, personajes históricos como Lluís Companys (ERC), quien fuera Presidente de la Generalidad de Cataluña en 1934, era asiduo en los festejos taurinos celebrados en una de las ciudades con más tradición taurina de España, Barcelona. Y así, apoyados por la flaqueza del gobierno a la hora de tomar decisiones, intentaron herir de muerte a la Fiesta, llegando incluso a abolir la celebración de corridas de toros en Cataluña; mientras que a su vez, el ejecutivo, por no contrariar a sus socios de gobierno, desoía a aquellos aficionados militantes, como Fernández Bermejo, Celestino Corbacho, Trinidad Jiménez, Manuel Chaves, Pepe Blanco o José Montilla, que pedían la no prohibición y que acudían a los ruedos con asiduidad; aunque eran incapaces de romper una lanza institucional a favor de la Fiesta considerándola como “bien cultural”.

Pero los tiempos han cambiado; como diría aquel, una mala tarde la tiene cualquiera. El actual ejecutivo sí apuesta por el arte, por la tradición, por lo que nos une y nos representa, por el bien de la mayoría en general. Serán tiempos difíciles, sí; pero son tiempos para encontrarnos en los símbolos que más nos identifican como país, y que ayudan a vender la exitosa marca "España". Se podrá ser más o menos aficionado a los toros; pero esta tarde, cuando suenen clarines y timbales comenzará una faena por la libertad.

Suerte y al toro.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Héroes y falsos profetas


El pasado 25 de agosto abandonaba este mundo, no por primera vez pero sí como definitiva, Neil Armstrong, el primer ser humano que posó su huella en la superficie lunar. Polémicas aparte sobre la veracidad del suceso mostrado por las cámaras, es constatable que el viaje se produjo y que supuso un gran salto para la humanidad. Su periplo nos recuerda al de los antiguos navegantes, descubridores de tierras vírgenes, héroes que, sin miedo a lo desconocido y sin salir de la Tierra, unieron civilizaciones de distintas tradiciones por el bien común de la humanidad.

Desde el albor de la civilización, toda sociedad ha necesitado de los héroes para evolucionar y adquirir una conciencia de grupo lo suficientemente amalgamada, que permitiera su supervivencia. El concepto del héroe se explica bajo los parámetros de un individuo, que por reunir ciertos rasgos claves, concebidos como valores en su cultura de origen, como pueden ser: la astucia, la justicia, la solidaridad, la simpatía o incluso, en algunos casos, el don divino; pasa a desempeñar la función de representante de la sociedad. Este arquetipo del buen ciudadano, guía de todos los individuos a los representa, en la totalidad de mitologías de la antigüedad, aparecía descrito como un personaje idealizado, que poseía cualidades sobrehumanas y era capaz de llevar a cabo hazañas extraordinarias por las que sería reconocido posteriormente, llegándose incluso a escribirse leyendas y cantares de gesta donde, además de en el imaginario social, perdurarían sus hechos con el paso de los siglos.

Pero no hay que olvidar que desde siempre, también han aparecido individuos capaces de crearse un prototipo cercano al del héroe, que les sirviera para obtener beneficio económico o de imagen social. Aquí las diferencias son claras y evidentes; mientras que el héroe busca el beneficio de la sociedad a la que representa, aunque con ello perjudique su imagen; el falso profeta sólo anhela el éxito de su individualidad, aunque predique que con sus actos solo busca el bien de los demás. No es fácil la labor de identificarlos,  pero sí necesaria la de distinguirlos; puesto que, si unos suponen un avance y desarrollo para la sociedad, los otros representan todo lo contrario, llegando incluso, en el peor de los casos, a propiciar situaciones de nefastas consecuencias.

En este grupo de falsos profetas nos encontramos con Juan Manuel Sánchez Gordillo, que iluminado por unos argumentos de dudosa funcionalidad y con actos que rayan lo delictivo, es capaz de compararse con héroes contemporáneos como Luther King, Gandhi, Rosa Parks o John Lennon. Hay que recordar que cada uno de estos cuatro, con sus actos, comparables con las hazañas de los héroes de antaño, lograron el reconocimiento  de derechos de vital importancia para la sociedad, siempre desde la igualdad y la solidaridad, con la paz como bandera, sin llamar al desorden generalizado y a la rebelión por la rebelión. La pregunta es ¿qué será capaz de legar a la humanidad un ser que irrumpe en propiedades privadas por la fuerza, que alienta a la sociedad para que se levante contra el poder legalmente constituido, que sustrae alimentos por medio del forcejeo y la intimidación, con el pretexto de dárselos a los necesitados, sin ser capaz de donar parte de su abultado sueldo o del dinero que cobra por asistir a programas televisivos de dudosa reputación, y que mira para otro lado cuando se juzgan fraudes cometidos por individuos afines políticamente? La respuesta es bien clara: “Por sus obras los conoceréis”.

miércoles, 22 de agosto de 2012

De esforzarnos a estar subvencionados


Hay un asunto que me suele rondar la cabeza con bastante asiduidad; y ahora, con la cercanía del comienzo del curso, la actualidad de las noticias que tratan el tema de la prestación por desempleo (los archiconocidos 450€) y la supresión de distintas subvenciones a sindicatos y partidos políticos, hace que este tema no se aparte de mi mente en los momentos en los que ésta se dedica a la reflexión.

Desde siempre he concebido que toda ayuda, dada o recibida, es necesaria y beneficiosa. Ahora bien, la ayuda debe ir destinada a la persona que verdaderamente la necesita. Es bien fácil de entender, si por ejemplo, yo me hallo en apuros por cualquier circunstancia, y tengo la suerte de conocer a alguna persona que pueda echarme una mano en la solución del problema, demasiado orgulloso sería por mi parte no querer pedirle que me ayudara. De idéntica forma ocurre a la inversa, si sé que algún conocido mío está en apuros y puedo prestarle mi apoyo, bastante ruin sería si no se lo facilitara para salir del bache. Es cierto también, que en determinados momentos, en las relaciones interpersonales, bien por creer que podemos importunar o por no saber cómo va a reaccionar la otra persona, no solemos lanzarnos a la gratificante práctica de dar o recibir ayuda; pero eso es harina de otro costal, que podrá ser abierto en otro momento.

Por otro lado, el tema adquiere otros tintes más oscuros cuando entran en escena dos singulares actantes en el proceso de la prestación de ayuda: las instituciones administrativas y lo pecuniario. En ese caso toma todo un color de tiempo pretérito, que recuerda más a la expresión acuñada por las compañías de pícaros del s.XVI de “dar el palo”.

Y es que no hace muchos años, llegaron a ser múltiples los ejemplos y casos, donde ciudadanos que no lo necesitaban se aprovecharon de la actitud extremadamente dadivosa del anterior gobierno, que entregaba ayudas económicas a manos llenas, sin esperar nada a cambio ni controlar cómo el organismo o persona subvencionada hacía uso de tal ayuda; simplemente porque los parámetros para su concesión eran bajos o inexistentes. De dicho estilo político, los organismos supranacionales, la oposición gubernamental y ciertos grupos de ciudadanos llegaron a cuestionar que la actitud del propio gobierno era la de intentar poner parches a los problemas, en vez de atajarlos de raíz, con el único fin de tener contentada a toda la sociedad para así revalidar su mandato en los siguientes comicios que se celebraran.

Son de sobra conocidas las medidas como la deducción de 400€ que se realizó a todos los contribuyentes declarantes del IRPF sin importar el nivel de renta de ninguno de ellos; o la de la Ley de Dependencia, donde familias con personas dependientes recibían la ayuda, y al igual que la anterior medida, sin importar el nivel de renta, siendo incluso detectadas familias con rentas superiores a 100.000 y 300.000€ que eran beneficiarias de las bonificaciones económicas; o la ayuda de 2.500€ por el nacimiento de un nuevo descendiente familiar, conocida como “cheque-bebé”, que al igual que las anteriores fue entregada sin tener en cuenta el nivel de renta de las familias. Y así podríamos estar repasando todas las medidas adoptadas por el anterior gobierno, malnombradas como políticas sociales. Medidas que quizá en esencia no tuvieran mala fe; de hecho, algunas de ellas, como la Ley de Dependencia considero bastante necesarias; pero que en obra fueron mal reguladas y mal llevadas a la práctica. Llegando incluso a ser lugares de paso obligado para todo aquel pícaro del siglo XXI, que quisiera cometer algún fraude y con ello embolsarse algún dinero extra.

Seguramente algunos de nosotros conozcamos o hayamos oído hablar de individuos que se beneficiaron de ayudas como la de los mencionados 426€ (destinados a los parados de larga duración), que además de estar cobrando dicha prestación estaban trabajando sin estar dados de alta en la Seguridad Social, para no dejar de recibir la ayuda por desempleo. O de otros que hicieron lo indecible para ser incluidos como cuidadores de personas mayores o con alguna discapacidad y así beneficiarse de la prestación que otorgaba la Ley de Dependencia. O de otro caso en el que se duplicaron facturas para beneficiarse de las ayudas dadas por el Cheque-Libro.

Son múltiples y variados los casos de fraude, y quizá algunos se detectaran; pero en el momento en el que sólo uno llegara a buen puerto para el defraudador, el sistema comenzaba a perder un dinero muy necesario y actualmente vital para el bienestar de todos. Y, como paso a paso se hace camino y gota a gota puede quebrar hasta la más dura de las piedras; así hemos llegado adonde nos encontramos, vencidos casi por la inercia de que cualquier sector se cree en la obligación de pedirle explicaciones al gobierno y exigir subvenciones para sus actividades. Pero las circunstancias socio-económicas no son las mismas, y de comenzar la andadura de muchas ayudas, en una situación en la que la concesión se realizaba sin parámetros ni control del beneficiario; se ha pasado a un control férreo del gasto, se han elevado los requisitos para la obtención de las ayudas e incluso muchas de ellas han llegado a desaparecer. ¿En qué momento se pasó de un sistema descontrolado a uno racional? La respuesta es muy simple, en el momento en el que el gobierno se encontró con una sociedad acostumbrada a la obligación de exigir, de sentirse contentada y caprichosa en cualquier ámbito de su vida. 

Lo fácil seguirá siendo echarle la culpa al actual gobierno, sobre el cambio que ha llevado a cabo en lo que respecta a lo anteriormente explicado, lo difícil es pararse a reflexionar acerca de que qué hubiera ocurrido si se hubieran planteado y regulado bien todas estas medidas desde el principio, llevando a cabo un gasto racional de la riqueza del país; ayudando de manera contundente a quien verdaderamente lo necesitaba, igual que una madre ayuda a sus hijos siempre que ellos la necesitan, pero que no les complace con caprichos innecesarios simplemente para que no se sientan discriminados frente a otros niños que sí los tienen. Hoy más que nunca, las circunstancias obligan a atajar dichos errores, tenemos que trabajar por dar ejemplo a los que vienen detrás a paso ligero, a nuestros jóvenes, quienes heredarán las costumbres de los actos que nosotros les hayamos enseñado.

miércoles, 15 de agosto de 2012

El espaldarazo



Hoy, festividad de la Asunción, ve la luz mi nuevo blog titulado: “El espaldarazo”; lugar destinado para la argumentación y el pensamiento crítico, acerca de diversos temas que se irán tratando en las entradas que publique semanalmente.
A diferencia de lo que en primer lugar solemos creer que significa, un “espaldarazo” es, además de la ceremonia histórica de nombrar caballero, tradicional de la Edad Media, y que se nos representa, líneas arriba, en la pintura del artista romántico Edmund Blair Leighton; el reconocimiento que se hace de la competencia alcanzada por una persona en su trabajo o en los actos que realiza; así como la admisión de alguien como igual en un grupo o profesión. De ahí se deriva la expresión "El director les dio un espaldarazo por su trabajo bien hecho".
La elección de este título para mi blog se debe a uno de los pilares de mi filosofía, tratar a todas las personas como iguales, reconociendo y valorando, con sus variados matices, tanto los aciertos, como los errores, de los actos individuales o grupales que se realizan en nuestra sociedad; intentando en todo momento de crear, sirviéndome de tales matices y percepciones, unos argumentos y reflexiones atractivos para los lectores, que puedan ser provechosos y capaces de originar debate sobre los mismos.
Más de uno se preguntará de qué temas tratarán las entradas del blog, la respuesta es fácil. Al reflexionar sobre la realidad, es la propia realidad la que marca el devenir de la historia y la que plantea los posibles temas a tratar; entre los cuales, semana tras semana recogeré uno, comentando mi punto de vista al respecto y reflexionando acerca del mismo. Es cierto que habrá momentos, en que por las circunstancias, deje a un lado la actualidad y divague por caminos de diverso trazo y longitud, pero en eso consiste la existencia de la argumentación, en apreciar con carácter analítico el mundo que nos rodea, en todo su amplio abanico de posibilidades, aceptando y desechando temas y opiniones relacionados con nuestros gustos y nuestra idea de un mundo que avanza, inexorablemente, hacia el futuro.