miércoles, 6 de febrero de 2013

New Journalism Reloaded



Asistimos en estos días a una avalancha de noticias que copan la más candente actualidad en lo que al mundo de la información periodística se refiere. Llegando a correr ríos de tinta que se desbordan en las primeras páginas de los periódicos con una sagacidad de influencia social apabullante, mediante la búsqueda de la "ultraexclusiva" frente a la información de la competencia, dando mucho que pensar acerca del futuro hacia el que se dirige el periodismo en nuestro país. En anteriores episodios de nuestra historia más inmediata, hemos asistido a innumerables casos en el que el afán por la búsqueda de una información novedosa, el retoque a última hora seleccionando una mejor portada o incluso el retraso en el cierre de la edición, para incluir en ella las últimas noticias ante un bombazo informativo, ha sido algo habitual en la vida cotidiana de la redacción de cualquier periódico, siempre con la pretensión de dar fe de lo ocurrido en la sociedad en la que vivimos y muchas veces aderezado con la necesaria búsqueda de lectores y compradores de ese portal informativo en el kiosco más cercano, horas más tarde.

En la importancia de ganarse la confianza de ese lector carísimo, más incluso en los tiempos que corren, radica la labor minuciosa de todo buen periódico y periodista. Hemos de no olvidar que además de que con el sustento de la publicidad, todo diario vive y pervive gracias al volumen de lectores que tiene, puesto que, dependiendo del tipo de periódico que sea, del nivel y el tipo de lectores que éste tenga, y de los comentarios que ellos realicen, le transferirán mayor o menor prestigio social a cada publicación. Ahora bien, en la sociedad actual en la que vivimos, dominada por el avance inexorable de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, cualquier usuario de las redes sociales Facebook o Twitter, avezado en revisar o en estar informado de la más rabiosa actualidad, puede ser concebido como un periodista en potencia, susceptible de convertirse en narrador o comentador de la realidad, llegando a adquirir un prestigio o confianza del lector tal, que lo acerque al del periodista convencional. Dicha posibilidad la conocen, contemplan y estudian los diarios tradicionales y ante la probabilidad de perder volumen de lectores, llevan a cabo diversas estrategias de captación de la fidelidad del lector, como son la adscripción a una concepción ideológica o política, o el tratamiento de una forma determinada de los temas y las noticias; pero entre todas ellas, siempre les quedará la característica más importante que diferencia al medio de comunicación tradicional, de cualquier usuario de una red social de comunicación instantánea, ésta es: la veracidad de la noticia contrastada que aparece en las páginas de un periódico.

El problema surge, cuando por el afán de vender periódicos, de captar lectores que consuman su diario, de publicar una noticia exclusiva, o incluso, de transgredir la opinión de la sociedad con respecto a la realidad, algunos son capaces de publicar información no contrastada en sus rotativos, presentándola como presuntamente verosímil o surgida de una fuente fiable. Entonces todo el prestigio informativo adquirido por dicho periódico a lo largo de su historia, se diluye en el del simple creador de rumores, que mezclados con una mente perversa que quiera obtener beneficio a costa de la noticia vertida, pueden dar lugar a la transgresión del código deontológico del periodismo, convirtiendo la información en manipulación; o incluso a la transgresión de la propia convivencia social, en el que cualquier individuo “señalado” por dichos periódicos tenga que desmontar y deshacer todo el daño ocasionado a raíz de la publicación de esa información no contrastada.


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