miércoles, 8 de mayo de 2013

En la cuerda floja



El pasado lunes pudimos asistir a una de esas jornadas que los romanos calificaban como dies horribilis, uno de esos días en que quienes lo sufren una vez pasado, al reflexionar sobre el mismo –si lo hacen, claro– expresan aliviados resignadas peroratas sintetizadas en el manido argumento de que no deberían haberse levantado de la cama al sonar el despertador. Es como si a partir de esa llamada que iniciaba un nuevo día se hubiera desatado la mayor de las tormentas imaginables, como si el rasgar la hoja del calendario de la jornada anterior hubiera actuado como catalizador, alineando todos los planetas en contra de la ya maltrecha y zozobrante nave socialista.

Y es que todo comenzó a raíz de que a Alfredo se le pasara por la cabeza la ingenua idea de que, dado que España había gastado 40.000 millones de euros de los 100.000 millones solicitados a Europa del Mecanismo Europeo de Estabilidad para la banca española, y que de ese montante total sobraban aún 60.000 millones por gastar; se crease un Plan de Reactivación Económica utilizando la mitad del sobrante (30.000 millones) para que fluyera el crédito entre las pymes y para que las familias pudieran renegociar sus hipotecas. Medida quizá acertada para momentos en los que las encuestas no les son favorables, populista podríamos denominarla; pero que nos resucitaría el fantasma del intervencionismo del estado, acercándonos a fechas en las que los hombres de negro estuvieron a punto de cruzar la frontera. La pregunta es ¿y cómo repartiría el dinero? ¿Quizá llevando a cabo una política parecida a la del cheque-bebé? Si algo no necesita nuestro país es volver a caer en los errores que durante la etapa del ejecutivo de Rodríguez Zapatero propiciaron la situación tan dificultosa por la que deambuló nuestro país. ¿Cómo se iban a pagar entonces los intereses de dicho préstamo? ¿Con otro préstamo? ¿Quién confiaría en nosotros? Dudo mucho que Europa o EEUU dieran el visto bueno. Y así fue como se desencadenó el desastre, dado que en apenas cuatro horas, desde Bruselas se anunció que el Plan Rubalcaba era inviable.

Este parece que fue el movimiento sísmico que trastocó toda la jornada, propagando su ola expansiva por toda la geografía nacional, propiciando diversas noticias donde el epicentro era siempre el Partido Socialista. Y así pasó horas más tarde, apareciendo en los medios Beatriz Talegón, aquella que en su día echó una regañina (o moralina) durante el Consejo de la Internacional Socialista por hacer la revolución desde un hotel de 5 estrellas, y que en el día de autos planteaba que detrás del movimiento 15M podía estar la derecha. Quizá en este caso su discurso estuviera invadido por el hemisferio derecho, propio de las actividades inconscientes, o quizá le invadieran a ella las ganas de posicionarse en la carrera a las primarias. Sea como fuere, si a sucesión socialista nos referimos, una de las candidatas, Carme Chacón, tuvo en tal jornada su momento de gloria; puesto que reprendió, vía misiva, al PSC y a Pere Navarro por acudir a la ‘Cumbre por el Derecho a Decidir’ de los nacionalistas, no sentándole bien a éste y creando más división si cabe entre ambas federaciones; aunque después de la Cumbre Pere Navarro se mostró preocupado y decepcionado por la actitud de Artur Mas, convirtiéndose su reacción en mofa de propios y extraños. Tal vez él se esperaba otra reacción del líder independentista. Y por último, la reacción del Presidente de los socialistas, José Antonio Griñán, quien para rematar la faena y crear unidad de partido añadió que veía en Andalucía posibles candidatos a liderar el PSOE iguales o mejores a los que habían salido. Ante lo que hay que matizar que tal y como se encuentran los socialistas en tierras andaluzas, a merced de Izquierda Unida y zarandeado por los ERE, no sé sabe si el candidato será igual o mejor; pero lo que no parece es que vaya a alejar a su partido de esa cuerda floja, pendiente de dar el traspié.



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