miércoles, 12 de septiembre de 2012

United We Stand


Ayer se conmemoraron once años del mayor acto de infamia y crueldad cometido en la historia reciente de Occidente, el ataque terrorista al centro político y financiero de los Estados Unidos. Desde el primer instante esta impactante y fatídica jornada dio lugar a una ola  de patriotismo y unidad sin precedentes, o quizá, únicamente comparable con el fervor surgido a raíz del ataque que sufrió Estados Unidos en Pearl Harbor, en diciembre de 1941, causante de su intervención directa en la Segunda Guerra Mundial. 

En este marco apareció uno de los eslóganes que más fuerza dieron al movimiento de ayuda desinteresada, el ya, por todos conocido “United We Stand”. Cuya traducción más literal podría ser “Unidos permanecemos en pie” y que tanto asemeja a un eslogan más familiar para nosotros como puede ser “La unión hace la fuerza”; que sirvió para unir a todos los elementos de la sociedad civil y militar bajo un mismo manto. Fueron momentos que sentaron cátedra en cuanto a madurez democrática y social, las noticias eran desalentadoras, el número de fallecidos y las dificultades a la hora de recuperar a los posibles heridos eran de magnitudes dantescas; pero las diferencias y divisiones políticas y sociales quedaron en un segundo plano, confluyendo toda la fuerza de la nación en un mismo cauce de ayuda, hombro con hombro, para recuperar al país lo más rápidamente posible. Es cierto que hubo errores en esa crisis; pero también es cierto que con el aliento de la unidad y la confianza siempre es más fácil superarse de los fallos que se puedan cometer.

El recuerdo de esta actitud regresa a mi memoria cada once de septiembre y en este año mucho más si cabe, debido a las dificultades por las que pasa nuestra nación. Es cierto que no es comparable directamente un atentado terrorista a una crisis financiera; pero la actitud mostrada por los héroes del once de septiembre debe servirnos como buen ejemplo a seguir, para solucionar un problema que es de todos y que a todos nos afecta.

Y si hablo de unidad como ejemplo, menciono también a la división como uno de los causantes de la lentitud en la recuperación. Es curioso ver, como la fecha en la que se conmemora uno de los mayores actos de alianza política y social, coincide con la  conmemoración de una de las festividades donde se reivindica la separación, por motivos políticos, de una región de nuestro país, con toda la repercusión negativa que supondría para ambas partes, más aún en los tiempos que corren. Esta es la Fiesta de Cataluña, donde es paradójico encontrarse que instituciones democráticas no pueden festejar tal fecha, simplemente por pertenecer a un símbolo político que apela a la unidad. Y donde a su vez, es mucho más paradójico conocer que, días antes de la conmemoración de la Fiesta de Cataluña, el Gobierno de la Generalitat, acuciado por sus gravísimos problemas de tesorería, solicitó 5.023 millones de euros al Fondo de Liquidez Autonómica del Gobierno de España.

Lo que más nos puede tranquilizar es que si una región, por muy independentista que sea, pide ayuda al Estado, éste no se la negará. Este es uno de los grandes principios de la democracia. Porque si, como rezaba el eslogan “United We Stand”, la segunda parte del mismo es “Divided We Fall” (Divididos caemos).

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