miércoles, 31 de octubre de 2012

La Granada del futuro



Amarillean sus hojas al otoño los plataneros de la Carrera del Genil, y regresan a mi memoria imágenes de mi ciudad natal. Me veo transitando por ella, con diez años menos a mis espaldas y un semblante de admiración y respeto, sobrecogido por la ingente historia que atesoran sus calles. Granada, mi Granada. Aquella tantas veces evocada desde tierras levantinas, y tantas veces visitada en viajes y escapadas con mis padres, en excursiones de verano o Navidad, pero incomprendida siempre; hasta que no llegué a ella, para beber de sus fuentes en mi adolescencia y saborearla lentamente, gota a gota, revelándome el manantial de vida que fluía por sus entrañas.

Redescubrí entonces el amor y la amistad, afianzando amigos que llegarían para quedarse. Contemplé que el tiempo, aunque de paso idéntico, transcurría enriquecido con un tempo y ritmos distintos a los conocidos; la sinfonía de estas tierras se imprimía en sus gentes y su paisaje. Territorio tantas veces conquistado por diversos pueblos, atesoraba tantas vetas de arte en cada una de sus esquinas, que era fácil rememorar, con el trasiego actual, las huellas de antiguos granadinos, insignes y anónimos, que transitaron por ella. Como granadino es, desde el momento en el que salta al ruedo de la calle, el viajero que llega para confirmar la alternativa en esta muy noble, muy leal, nombrada grande, celebérrima y heroica ciudad.

Y hoy, que llega a mí su recuerdo, llega también la tristeza; pero no porque no vea que a nuestra ciudad le falte el brillo que en mis ojos refleja al rememorar aquella década en que la redescubrí. Sino porque conozco y sé, que en estos años, personalidades ajenas, o no tanto, a Granada le han prometido grandes obras para hacer de ella una ciudad para el futuro, desvelándose a posteriori ser todas ellas remodelaciones envenenadas con la única finalidad del rédito político. Lo peor no fue ya que no se hicieran; sino que incluso, muchas de ellas se llevaron a cabo quedando luego paralizadas, afectando así a las instituciones municipales y en primera instancia a los granadinos. Recuerdo la prosperidad que prometían para nuestra ciudad con la llegada del AVE, con estación de Moneo incluida; la finalización de la A-7; la apertura de Granada a las rutas internacionales de navegación aérea; la mejora en la gestión de Sierra Nevada y la Alhambra; la llegada del Metro a nuestras calles; la realización del Teatro de la Ópera; la apertura del Clínico y el funcionamiento del Parque de la Salud; y otras muchas promesas tan incumplidas unas como otras; pero todas y cada una de ellas igual de excusables con la crisis.

Por eso, desde aquí, y sin caer en el pesimismo, pido a aquellos gobernantes socialistas, tan responsables de los errores cometidos en el pasado, que acepten su parte de responsabilidad en el presente, y aúnen fuerzas con el equipo de gobierno municipal, provincial y nacional en favor de los intereses de Granada; intereses éstos que no son los de ningún partido político, sino los que servirán para propiciar esa modernización necesaria y viable que nos llevará a construir, para todos nuestros ciudadanos, la Granada del futuro.


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